TUCSON – Daniel Sestiaga recuerda haber estado en la sala de COVID-19 de un hospital a finales de 2020. Dio positivo al virus que causa el COVID-19 en junio, luego dio negativo, pero todavía tenía dificultades para respirar y volvió a dar positivo a fines de agosto.
Después de conducir 60 millas para ver a su médico de atención primaria de Indian Health Service en Sells, Sestiaga dijo que su médico le tomó una radiografía del tórax que mostraba neumonía. Su respiración se volvió tan difícil que tuvo que ir a la sala de emergencias antes de ver a un neumólogo.
No fue solo el COVID-19 lo que causó su dificultad para respirar. Fue diagnosticado con fiebre del valle después de que la radiografía revelara líquido alrededor de sus pulmones que restringía su capacidad. A Sestiaga le dijeron que había que sacar el líquido.
Los médicos de la sala de emergencias que estaban drenando sus pulmones le dijeron que iba a sentir mucha presión y que necesitaba seguir respirando durante todo el proceso. La capacidad de su pulmón derecho era la mitad de su tamaño normal.
“De repente, mi pulmón comenzó a funcionar”, dijo Sestiaga. “Pude sentir que respiraba por primera vez. Después de eso me pusieron un drenaje”.
Los médicos terminaron drenando entre 2 y 4 litros de líquido de sus pulmones, dijo. Sentía una inmensa presión.
La fiebre del valle (coccidioidomicosis) es una infección causada por las esporas del hongo coccidioides, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Las esporas viven en el suelo y el polvo en algunas áreas del suroeste de los Estados Unidos. Las personas se infectan al inhalar las esporas cuando se liberan del polvo.
Cuando le hicieron la prueba a Sestiaga, notaron que sus marcadores de infección con coccidioides estaban “por las nubes”, dijo.
Las pruebas tempranas pueden prevenir muchos de los problemas asociados con la progresión de la enfermedad, según el doctor Robert Johns, director médico de Banner Urgent Care. Johns recordó a una persona que experimentó complicaciones graves después de no hacerse la prueba lo suficientemente rápido.
“Este individuo que había sido diagnosticado con neumonía en la sala de emergencias, al que se le había dado un antibiótico, en realidad tenía fiebre del valle”, dijo Johns. “Fue ingresado en la UCI. Lo conectaron a un respirador y terminaron haciéndole una neumonectomía, que es remover parte del pulmón”.
Debido a una mayor concientización sobre la enfermedad, cualquier persona que acuda a Banner Urgent Care con neumonía debe hacerse una prueba de fiebre del valle, dijo Johns. A veces, la enfermedad también produce una erupción reveladora llamada eritema nodoso que puede justificar una prueba rápida.
“Uno, no va a desaparecer con antibióticos. Dos, es más que probable que empeore”, dijo Johns.
A pesar de eso, las pruebas no suelen ser sensibles en el curso temprano de la enfermedad, dijo el Dr. John Galgiani, director del Valley Fever Center for Excellence de University of Arizona (Centro de Excelencia de la Fiebre del Valle).
“Es una prueba muy específica. Si el resultado es positivo, aunque sea una sola prueba, no es necesario esperar a un par”, dijo Galgiani. “Desafortunadamente, no son completamente sensibles, por lo que, al principio del curso de estas pruebas, a veces son negativas. Cuando lo repites dos semanas después, se vuelve positivo”.
Las pruebas a menudo también deben enviarse a un laboratorio externo (las pruebas en la clínica aún no son comunes), lo que puede conducir a retrasos que impiden el tratamiento, dijo Galgiani.
“Ese retraso es en realidad un impedimento para que se realice la prueba, porque parece que va a volver por mucho tiempo, demasiado tiempo para ser realmente un problema”, dijo Galgiani.
Según los CDC, es probable que el número real de casos de fiebre del valle no se informe debido a que muchos pacientes no se someten a pruebas. El Centro de Excelencia para la Fiebre del Valle estima que el número real de casos es de seis a 14 veces mayor que el reportado.
El hongo se encuentra en todo el suroeste y, según el Departamento de Servicios de Salud de Arizona, Arizona representa casi dos tercios de todos los casos de fiebre del valle en los EE. UU.
Entre 1990 y 2022, los casos reportados de fiebre del valle aumentaron de 5.2 por cada 100,000 personas a 128.4 por cada 100,000 personas, según el Departamento de Servicios de Salud de Arizona. Solo los tres condados más poblados de Arizona, Pima, Maricopa y Pinal, representaron el 94.1% de los casos de fiebre del valle en el estado.
Además, la fiebre del valle es una de las enfermedades infecciosas más comúnmente reportadas en Arizona. En 2022, hubo 706 hospitalizaciones asociadas con un diagnóstico primario de fiebre del valle, y los costos hospitalarios para los pacientes con fiebre del valle totalizaron $68.3 millones, según el Departamento de Servicios de Salud de Arizona.
“Es una especie de enfermedad de Arizona ahora debido al crecimiento de la población en el estado. Mientras que originalmente el nombre vino de California”, dijo Galgiani. “Entre esos estados se produce el 95% de los contagios”.
Aunque Arizona tiene las tasas más altas de pacientes con la enfermedad, el hongo que causa la fiebre del valle se puede encontrar en todo el continente americano, desde México hasta Argentina, dijo Galgiani.
La mayoría de las personas se recuperan de la enfermedad sin atención médica, y aproximadamente el 60% de las personas no experimentan síntomas. Pero en algunos casos la infección viaja por todo el cuerpo, lo que se conoce como diseminación, según un artículo publicado en el Journal of Fungi. De las 150,000 infecciones estimadas en los EE. UU., aproximadamente un tercio requiere atención clínica.
Los principales síntomas de la infección aguda incluyen fiebre, tos, dificultad para respirar y erupción cutánea, según varias fuentes sanitarias. Los síntomas de una infección crónica incluyen tos con sangre, fiebre baja, pérdida de peso, dolor en el pecho y nódulos en los pulmones.
En casos graves de diseminación, el hongo puede causar nódulos graves o lesiones peores que las inicialmente presentes; lesiones dolorosas en el cráneo; dolor e hinchazón en las articulaciones; y meningitis, según varias fuentes sanitarias.
Cualquiera puede contraer la enfermedad, pero la infección varía entre razas y etnias. En Arizona, los hispanos, los nativos americanos y los negros tienen más probabilidades de tener fiebre del valle grave que los blancos.
Un estudio publicado en un artículo de 2019 en la revista Open Forum Infectious Diseases, analizó la enfermedad en indígenas americanos/nativos de Alaska entre 2001 y 2014, y descubrió que tenían altas tasas de hospitalización, alta morbilidad y haber perdido oportunidades para un diagnóstico más temprano. El estudio concluyó que los nativos americanos “pueden ser excepcionalmente vulnerables” a la fiebre del valle.
Daniel Sestiaga es miembro de la tribu Quechan de Fort Yuma.
“Muchos nativos me habían hecho saber: ‘Bueno, tuve un primo que murió, y tuve un tío que falleció’, y luego se enteraron más tarde de que era fiebre del valle”, dijo Sestiaga.
Antes de ser diagnosticado con la enfermedad, Sestiaga dijo que ni siquiera sabía sobre la fiebre del valle. A pesar de los avances en las pruebas, todavía hay una falta de concienciación sobre las pruebas en los casos de neumonía, dijo Johns. También hay una falta de conocimiento para los médicos capacitados donde la enfermedad no es endémica, especialmente en la costa este.
“Tuve que hacer un curso intensivo sobre la fiebre del valle. ‘¿Qué es?’. ¿Qué está pasando?’. Recientemente había obtenido mi maestría en salud pública de University of Arizona, pero la fiebre del valle nunca surgió en la conversación. Ni siquiera sabía lo que era la fiebre del valle”, dijo Sestiaga.
La fiebre del valle se trata con medicamentos antimicóticos azoles, como el fluconazol. Si se interrumpe el tratamiento, puede producir una recaída en la infección, según el Journal of Fungi. Galgiani dijo que aún no hay una vacuna, sin embargo, hay un impulso para comenzar los ensayos en humanos tan pronto como este año.
“Probablemente tomaré una dosis baja de fluconazol por el resto de mi vida”, dijo Sestiaga.
Algunos de los efectos secundarios del fluconazol incluyen despedimiento o aflojamiento de la piel, pérdida de cabello, dolor en el pecho, dolor y espasmos musculares y sangrado o moretones inusuales, entre otros, según varios proveedores de atención médica.
“Ni siquiera pude completar una ronda porque tuvieron que poner la vía intravenosa. Tenían que llenarte con una bolsa entera de solución salina (y) líquido porque es muy duro para los riñones”, dijo Sestiaga. Le dieron un cóctel de medicamentos en el hospital, incluyendo fluconazol y anfotericina, dijo.
Galgiani dijo que parte de la razón por la que los fondos han tardado en encontrar una vacuna es porque la fiebre del valle es una “enfermedad huérfana”, definida por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) como una enfermedad que afecta a menos de 200,000 personas. Hasta ahora, las únicas herramientas para combatir la fiebre del valle son la educación sobre cómo prevenir la enfermedad y los tratamientos antifúngicos.
La investigación también puede adolecer de una falta de participantes dispuestos. Sestiaga sólo se inscribió en estudios médicos que se centraron en la fiebre del valle y nada más. Su advertencia provino de conocer la historia de maltrato de los pueblos indígenas en entornos médicos.
En 2004, la tribu Havasupai demandó a la Junta de Regentes de Arizona y a la Arizona State University cuando los miembros de la tribu descubrieron que las muestras de ADN tomadas para la investigación de la diabetes tipo 2 también se habían utilizado en otros estudios genéticos, sin su consentimiento.
Según la American Medical Association Journal of Ethics, los investigadores violaron el consentimiento para ser informados de la tribu al analizar su material genético para detectar endogamia, esquizofrenia, alcoholismo y el origen de la migración de la tribu desde Asia.
“Culturalmente, se supone que no deba darte mi sangre, (eso es) solo lo que nos enseñaron”, dijo Sestiaga.
También es difícil medir las infecciones por fiebre del valle en quienes trabajan al aire libre. Según la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional, cualquier actividad que implique excavar, alterar el suelo o generar polvo en lugares donde crece el hongo coccidioides pone a los trabajadores en riesgo de infección.
La fiebre del valle no está cubierta por la compensación para trabajadores de Arizona, según la Comisión Industrial de Tucson. Más de un tercio de los trabajadores de la construcción en Arizona carecen de seguro médico, casi tres veces la tasa de todos los trabajadores, según el Centro Laboral de la Universidad de California en Berkeley.
Incluso con un seguro, el tratamiento adecuado no es una garantía.
“Tuve la capacidad de tener la cobertura… para poder cubrir, obviamente, el tratamiento, todo”, dijo Sesitaga. “Pero no está exento de contratiempos”.