PHOENIX — Cuando Christopher Carrillo descubrió un pequeño bulto detrás de su oreja en 2011, lo pasó por alto. Sin embargo, a medida que los días pasaban y la masa persistía, Carrillo dijo que sintió sensación de inquietud.
“Realizarse exámenes no era algo que yo hiciera”, dijo Carrillo. “No era parte de mi rutina”.
Carillo tenía 30 años en ese entonces, la intranquilidad que despertó la pequeña masa en la parte trasera de su oreja lo hizo investigar en internet. Encontró información sobre los ganglios linfáticos y una mención del VIH. Fue en ese momento que Carillo decidió ir al médico para descartar cualquier preocupación.
Los resultados cambiaron su vida para siempre. El diagnóstico reveló que el bulto estaba relacionado con el VIH, lo que sumergió a Carrillo en un torbellino de emociones y preguntas sin respuesta.
Este giro inesperado en su vida lo llevó a reflexionar sobre la importancia del VIH, hacerse exámenes periódicamente y la conciencia de las enfermedades que, a menudo, pueden pasar desapercibidas hasta que se manifiestan de manera inesperada.
En la actualidad, Carrillo es gestor de casos en el Centro Suroeste por el VIH/SIDA en Phoenix, un centro sanitario que atiende principalmente a personas de color, LGBTQIA2S+ y Queer, y a los afectados por el VIH.
Una reciente oleada de nuevos casos de VIH en Arizona está cambiando la vida de la población hispana.
En enero, Arizona reportó un aumento del 20% en los nuevos casos de VIH en 2022. Según el informe de vigilancia del VIH, 405 de los 975 nuevos casos de VIH en el estado eran pacientes hispanos, más que cualquier otro grupo étnico, lo que representa un aumento del 10% desde el 2021.
Valleywise Community Health Center-McDowell, una clínica de Phoenix que ofrece atención para el trato de VIH y SIDA a comunidades desatendidas reportó que ha experimentado un aumento significativo de pacientes en la última década y que actualmente está observando un pico alto en el nuevo número de casos de VIH.
“Cuando comencé en esta clínica hace 13 años, teníamos entre 2.500 y 3.000 pacientes”, dijo la Dra. Ann Khalsa, directora médica de la clínica. “Ahora superamos los 4.000 pacientes”.
El VIH (virus de la inmunodeficiencia humana) es el virus causante del SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), una enfermedad que ha cobrado la vida de millones de personas en todo el mundo.
En 1987, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó un régimen farmacológico que finalmente frenó la propagación de la enfermedad. No existe cura para el SIDA, pero los fármacos antirretrovirales han hecho posible que muchas personas vivan indefinidamente con VIH.
Khalsa, que ha estado involucrada en la atención del VIH desde finales de la década de los ochenta, dijo que la epidemia del VIH cambió cuando la Organización de las Naciones Unidas lanzó su programa Fast-Track cities en 2014 – una iniciativa dedicada a reducir las tasas de VIH en zonas urbanas.
“(Las ciudades Fast-Track) se centraron en lograr que el 90% de las personas (en las ciudades principales) fueran diagnosticadas, el 90% de ellas están vinculadas a la atención y también se logró que a ese 90% se le suprimiera el virus”, dijo Khalsa. “Phoenix es miembro de la iniciativa de ciudades Fast-Track desde 2016”.
Khalsa dijo que el reciente aumento en todo el estado podría deberse, al menos una parte, a pruebas más frecuentes, tras un déficit de pruebas durante la pandemia de COVID-19. Khalsa dijo que vio que los fondos para el aumento de pruebas “por fin empezaban a utilizarse” en 2022.
“En 2020, vimos disminuir las tasas de pruebas y diagnósticos porque la gente no estaba circulando debido a la cuarentena”, dijo Khalsa. “Ahora, estamos viendo esa inversión a medida que las cosas empiezan a aumentar poco a poco”.
Khalsa afirmó que cuando los pacientes reciben un tratamiento rápido, es más probable que sigan un programa a largo plazo. El estado informó de que el 79% de los pacientes diagnosticados de VIH en 2022 recibieron tratamiento en un plazo de 30 días.
“Parte (de las ciudades Fast-Track) es conseguir que las personas recién diagnosticadas reciban atención inmediata para que no sientan miedo, sino que se sientan acogidas”, dijo Khalsa. “Eso ayuda tanto a su salud como a la propagación en la comunidad”.
Datos y cifras
Khalsa dijo que, en 2023, el 53% de los pacientes con VIH en Valleywise eran HSH -hombres que tienen sexo con hombres-, mientras que el 47% eran bisexuales o heterosexuales, y la etnia más numerosa entre los pacientes de Valleywise era la hispana, de 30 a 39 años.
Carrillo dijo que el aumento del VIH en la comunidad hispana muy probablemente tiene que ver con la cultura.
“Se remonta a ser gay”, dijo Carrillo. “En la comunidad hispana, especialmente, la gente no habla de ello, por lo que hay un miedo a hacerse la prueba y no querer averiguar (si tienen VIH)”.
Khalsa dijo que el 87% de los pacientes de Valleywise son hombres jóvenes que no acuden al médico para recibir atención médica regular, y a menudo no tienen seguro o están subempleados.
“Acuden a nosotros porque somos un ‘hospital de red de seguridad'”, dijo Khalsa. “Tenemos el contrato Ryan White, por lo que podemos tratar a pacientes que no tienen un seguro médico activo actual”.
El sitio web del programa afirma que ha ayudado a más de 550.000 personas en todo el país.
Aunque Khalsa dijo que sólo una quinta parte o menos de los pacientes de Valleywise utilizan el Programa Ryan White de forma continuada, el número de pacientes que han utilizado el programa en general es mucho mayor.
“Especialmente desde el final de la pandemia de COVID, muchas personas fueron dadas de baja del AHCCCS y acabaron sin seguro durante un tiempo”, dijo Khalsa. “Hemos tenido un gran repunte en la utilización de la financiación Ryan White recientemente”.
Según Khalsa, el programa ha sido eficaz para mantener a las personas con VIH fuera del hospital.
“Una semana en el hospital cuesta entre 50.000 y 100.000 dólares y un año de medicamentos para el VIH entre 20.000 y 30.000″ sin seguro, dijo Khalsa. “El gobierno ha sabido que es mucho más barato mantener a la gente sana y medicada que dejar que la gente progrese y acabe en el hospital”.
La importancia de la sensibilización
Carrillo todavía recuerda cómo fue recibir el resultado positivo de la prueba del VIH.
“Fue devastador”, dice Carrillo. “Crecí con el estigma que rodea al VIH, así que pensé que era una sentencia de muerte. Sólo me dieron un folleto y me enviaron a casa. Me sentí solo”.
Carrillo ayuda a los nuevos pacientes con VIH a superar su diagnóstico organizando un grupo de apoyo y poniendo en contacto a los pacientes con tratamientos.
“No quería que la próxima persona (con VIH) se quedará sin servicios o se sintiera sola”, afirma Carrillo. “Por eso hago lo que hago”.
Tras su diagnóstico, Carrillo dijo que recurrió a consumir sustancias y evitó el tratamiento del VIH durante cuatro años, alejándose de su familia y amigos en el proceso.
“Recurrí a las drogas para sobrellevarlo y, cuando se lo conté a mi familia, les dije que probablemente me quedaban unos años de vida”, explica Carrillo. “Con el tiempo, tuve la mente despejada y me dije: ‘Tengo que hacer algo por mi salud. Todavía estoy aquí'”.
Aunque sus médicos le dijeron a Carrillo que su VIH era “indetectable” -lo que significa que el virus es tan bajo que no puede transmitirse a una pareja sexual-, actualmente toma medicación para controlarlo y evitar que se multiplique.
“Tomo una píldora una vez al día”, dijo Carrillo. “Es muy importante tomarla a la misma hora y que la tome todos los días para no crear ninguna resistencia a la medicación. El virus es muy inteligente”.
Al haber crecido en un pequeño pueblo minero de Arizona, Carrillo dijo que el VIH no era algo de lo que la gente hablara abiertamente.
“Pensaba que [el VIH] era otra ETS (enfermedad de transmisión sexual)”, afirma Carrillo. “No era algo que aprendiera en la escuela y sólo había oído hablar de ello algunas veces en conversaciones de adultos. …Por eso es tan importante educar a la comunidad y normalizar el hacerse la prueba”.
A pesar del continuo estigma, Carrillo tiene la esperanza de que los más jóvenes disminuyan la ansiedad en torno a las pruebas rutinarias.
“Veo a muchas de las generaciones más jóvenes menos temerosas”, afirma Carrillo. “Se sienten cómodos haciéndose la prueba y empezando a tomar la PrEP (profilaxis preexposición, un medicamento para prevenir el contagio del VIH). Es el estigma lo que impide que la persona acepte su diagnóstico porque le preocupa cómo le verán. Hago todo lo que puedo para que la gente pueda vivir una vida plena, pase lo que pase”.