PHOENIX – El noroeste mexicano ha producido mucho talento beisbolero, figuras actuales como Alejandro Kirk y José Urquidi, que siguen construyendo el legado que tanto hiciera Fernando Valenzuela para establecer en otra generación.
El sueño normalmente comienza en la niñez, comenta Erubiel Durazo, una de las grandes personalidades de béisbol mexicano ya retirados que triunfó en ligas mayores. Durazo tuvo su primer acercamiento hacia el deporte a sus ocho años cuando asistía al Colegio Larrea en Hermosillo, Sonora, su ciudad natal. En esa escuela se le presentó la oportunidad de jugar con el equipo de béisbol.
“Ahí empecé lo que fue mi carrera deportiva con el béisbol”, dijo Durazo. “Como todo niño siempre soñando con jugar en la MLB”.
Al igual que Durazo, muchos comienzan jugando en sus colegios o ligas infantiles. Al crecer y entrar a su etapa adolescente es cuando llega el momento de tomar la decisión que puede cambiar sus vidas. Algunos siguen el camino de quedarse dentro de su país firmando contratos con equipos dentro de la Liga Mexicana de Beisbol esperando en algunos años o incluso meses ser descubiertos por scouts de grandes ligas. Tomar esta vía para muchos significa sacrificar estudios con el propósito de enfocarse en el deporte. Algunos terminan la preparatoria, algunos no, y la idea de continuar con sus estudios universitarios puede ser difícil de incorporar al estilo de vida que les espera.
Otros toman la iniciativa de migrar a los Estados Unidos y se brincan el paso de jugar en México. Estando en el país vecino, recibiendo educación y jugando para los equipos colegiales puede abrirles las puertas a conseguir el sueño americano. Ese fue el plan de Durazo, aunque no lo conseguiría tan directamente como hubiera imaginado.
“Todo joven beisbolista tiene el sueño de crecer en el deporte”, dijo Durazo. “Sabiendo que en el país de nosotros no tenemos las instalaciones o la infraestructura deportiva para realizar el deporte que siempre soñamos fue lo que me dio la iniciativa de migrar a Estados Unidos y buscar el sueño”.
Sin embargo, los resultados de migrar no fueron exactamente lo que Durazo esperaba. Al no ser seleccionado como profesional luego de jugar en Pima Community College, Durazo tomó la decisión de regresar a México donde pronto le llegaría la oferta de un contrato con los Sultanes de Monterrey. Después de ser nombrado “Novato del Año” y al mismo tiempo que jugaba para los Naranjeros de Hermosillo durante la temporada de invierno, su sueño de llegar a las grandes ligas por fin se haría realidad por medio de un contrato ofrecido para jugar con los Diamondbacks de Arizona.
Cesar Salazar, otro beisbolista Hermosillense, siguió el mismo camino de Durazo. Salazar describe haber sentido el deseo de quedarse en su país y firmar con equipos de la liga mexicana al ver que sus amigos lo hacían. Pero fue en este punto donde sus padres lo aconsejaron.
“Ellos no querían que yo firmara con un equipo profesional de béisbol en México”, dijo Salazar “Ellos siempre me inculcaron que la educación viene primero, ahorita gracias a Dios los escuche”.
Salazar emigró a Tucson, Arizona donde terminó sus estudios de preparatoria. Comenzó su educación universitaria y siguió practicando el deporte en University of Arizona. Dentro de esta etapa vivió unas de las experiencias más maravillosas dentro de su carrera deportiva, el College World Series. El jugar para los Wildcats le dio el pase a ligas menores con los Astros de Houston en el año 2018 cuando fue el jugador número 222 seleccionado en el draft colegial.
Luego del juego universitario, las ligas menores fueron un ajuste. “Es un ambiente diferente porque en ligas menores todos queremos ascender. El enfoque no es ganar o jugar en equipo. El enfoque es desarrollarse como jugador para estar listo para que te promuevan”, dijo Salazar.
Fue el 2 de abril de este año que Salazar logró debutar en las grandes ligas con una base por bola. El escuchar a sus padres llevó a Salazar por un camino que muchos jugadores no llegan a considerar, deseosos de ser descubiertos por las mayores mientras juegan en su país de origen.
El número de contratos que realizan algunos scouts de grandes ligas con beisbolistas mexicanos pueden ser contados con los dedos de las manos. De acuerdo con Baseball-Reference.com la cantidad total de beisbolistas de nacionalidad mexicana que han logrado debutar en ligas mayores es de 147, comparado con 895 dominicanos y 473 venezolanos.
Louie Medina, scout con 28 años de experiencia, actualmente trabaja con los Royals de Kansas City, calcula que en toda su trayectoria profesional ha firmado a unos 10 beisbolistas mexicanos. Un factor que contribuye a la carencia de más contratos con jugadores mexicanos es que los equipos de la liga mexicana con estrellas bajo contrato que quisieran irse exigen a los clubes estadounidenses cantidades exorbitantes por adquirir sus estrellas.
Medina describe a lo largo de su vida ver a muchísimos beisbolistas mexicanos que, si tuviera la oportunidad de quitarse su gorra de scout y ponerse la de un aficionado, le hubiera fascinado verlos triunfar en las grandes ligas.
“Dejan ir a cualquiera, pero por una cantidad irrazonable de dinero. Lo que debemos entender, y ellos lo entienden también, es que si piden una cantidad ridícula como lo son $500,000 por un chico que pensamos que es un buen prospecto, pero no es “premium”, bueno, podemos contratar a diez dominicanos por $50,000 con exactamente el mismo talento”, dijo Medina. “Siempre estamos luchando como scouts y organizaciones porque esto es un juego internacional y estamos intentando darles oportunidad a atletas alrededor de todo el mundo”.
El dinero es uno de los factores de mayor influencia para estos atletas al decidir seguir el sueño americano. En México se puede ganar un buen sueldo jugando béisbol profesional, pero no es como el ganarse la lotería al norte de la frontera. En la MLB, el salario anual promedio para un pelotero al comenzar la temporada 2023 es de $4.9 millones de dólares, según AP News.
Usando como referencia la base de datos sportrac.com, algunos beisbolistas mexicanos en la MLB que se destacan por sus ganancias totales a lo largo de su carrera incluyen a Joakim Soria, pelotero firmado por Medina quien lo describe como uno de sus mayores tesoros descubiertos, y quien llegaría a ganar $68,204,647 durante su carrera de 14 años en las mayores y Jorge de la Rosa, quien se ganó $81,845,430 durante sus 13 años en ligas mayores.
Uno de los retos o choques culturales en el camino es el lenguaje, aunque Medina describe a las ligas mayores como un ambiente internacional donde ha habido una evolución notable hacia la inclusión. Brendan O’Connor, profesor de estudios transfronterizos en Arizona State University y autor del libro “Multilingual Baseball”, describe al béisbol profesional dentro de los Estados Unidos como un deporte multilingüístico desde su origen que desafortunadamente era tratado como monolingüistico. Sin embargo, a través de los años los equipos de béisbol profesional en Estados Unidos han tomado acciones como ofrecer clases de inglés y español.
“Creo que ahora es más común ver que los jugadores que hablan inglés se deben acomodar al lenguaje de los hispano hablantes cuando en el pasado se veía mucho esta actitud mono lingüista de ‘esto es América, debes hablar inglés, si eres aspirante hispanohablante a grandes ligas debes saber inglés…’”, dijo O’Connor.
En ciertos equipos como los Marlins de Miami, comenta O’Connor, se ofrecen clases obligatorias de español para jugadores cuyo primer lenguaje es el inglés.
Durazo dice que para el beisbolista latino no es común tener un traductor personal, estos se les brinda normalmente a los jugadores que vienen de países asiáticos. Esta situación se daba porque estadísticamente hablando la cantidad de jugadores latinos dentro de las mayores es prominente y es más fácil encontrar jugadores dentro del equipo que se acomoden a las necesidades lingüísticas de otros. Para Durazo el idioma nunca fue una barrera. Llegó un punto en el que describe haber sido traductor para otros de sus compañeros hispanohablantes.
“Me gusta hablar mi idioma y conversar con mi gente”, dijo Durazo.
Durazo recuerda el compañerismo dentro de estos equipos como algo maravilloso. Cuando regresó a Arizona una vez firmado su contrato, él describe su llegada de una manera particular. Después de dos meses jugando para el equipo de ligas menores, el jugador fue promovido al equipo de las mayores. Durazo dice que fue alucinante conocer a tantos jugadores de grandes ligas, muchos de ellos veteranos, en persona siendo él un novato. Durazo menciona sentirse increíblemente bienvenido al equipo.
“Cuando llegué a Arizona, llegué sin bate y Matt Williams me dice, ‘ven novato, todos estos bates que están aquí son tuyos, puedes agarrar el que quieras…’”, dijo Durazo.
La carrera que le esperaba a Durazo marcaría su vida para siempre. Pegaría el jonrón que llevaría a los Diamondbacks a la serie mundial en 2001 donde también quedaron campeones contra los Yankees de Nueva York. Años después del fin de su carrera deportiva pasaría a ser reconocido en ambos lados de la frontera por la afición beisbolera.
“Al ir a alguna inauguración o evento deportivo, los niños y los papás reconocen la carrera de uno y dicen ‘bueno si él pudo, tú también puedes,’ se siente muy bonito. Yo siempre digo que hay puertas abiertas para todos”.
Salazar, novato de los Astros, apenas comienza a escribir su historia de ligas mayores, que espera gozar por unos quince años.
“Después me veo ayudando a gente de Sonora construyéndose un camino más fácil para que ellos vayan a estudiar a Estados Unidos a través del deporte. Crear una plataforma más accesible porque talento hay mucho solamente que la gente de Sonora o de México no siempre están informados completamente de maneras de jugar béisbol en grandes ligas”, dijo Salazar.
El dejar un país, cultura y familia que los vio crecer presentó una serie de retos para los atletas, pero nada los detuvo porque ambos compartían un mismo sueño que lograron cumplir. El sueño que muchos beisbolistas mexicanos tienen hoy en día y que al escuchar historias como las de ellos los mantienen en pie a seguir persiguiéndolo.